29 jun 2013

Culto a la individualidad

Después de varias entradas centrándome en contenidos sociológicos puramente descriptivos, me dispongo a abordar un tema de una forma más personal y por tanto, quizá, más arbitraria en contraposición a, por ejemplo, mi publicación sobre las aves carroñeras, que es un manifiesto de un rigor científico irrebatible y fruto de una investigación cualitativa de primer orden.

El lodazal en el que pretendo zambullirme a continuación y que, insisto, es más bien producto de una reflexiva apreciación personal más que una reseña objetiva, tiene que ver con el ensalzamiento de nuestro propio yo, y nuestro profundo deseo de autoproclamar nuestra identidad para diferenciarnos, a cualquier precio, de esa masa plana y uniforme a la que peyorativamente nos encanta referirnos como "el resto".

Y es que vivimos en un contexto histórico muy propicio para que germinen las semillas de nuestro narcisismo. Con la llegada de internet y la consecuente aparición de los blogs, comunidades virtuales, facebook, twitter, etc. hemos caído, casi subconscientemente, en una espiral de autoadulación donde nos creemos especiales. Nos gusta recrearnos en nuestra propia diferenciación mediante una serie de comportamientos que, aunque existe una gran variedad de ellos, siento informarles de que ya han sido estudiados y clasificados con minuciosidad, por muy atípicos y exclusivos que nos parezcan a priori.

En este punto del ensayo considero que ya he dejado bastante claro al lector por dónde van a ir los tiros, por lo que es hora de apuntalar el texto con una declaración más personal, agresiva y concisa de lo que sería la idea principal: nos creemos jodidamente diferentes, pero está todo más inventado que el arroz con pollo.

Me carcome la moral esa obsesión por querer representar algo único y aislado. Sobre todo sabiendo que todo está ya muy visto y que se puede etiquetar muchas "personalidades" como si fuesen marcas de cerveza. Lo peor de todo es que, en mi opinión, cuanto más diferente y exclusivo se pretende ser, más patético y deplorable se acaba siendo.

Precediendo a esta reciente oleada de "identitarismo" vivíamos en la cultura donde "la oveja negra del rebaño" se llevaba la connotación negativa de todo, sobre ella recaía el dedo acusador de "el resto", y por tanto, era hostigada irremediablemente con el intencionado adjetivo discriminatorio de "negra". En la actualidad, la tortilla se ha dado la vuelta pero, a mi juicio, se ha dado la vuelta exactamente 360 grados, por lo que en realidad estamos a punto de comernos el mismo lado creyendo que tiene un sabor diferente cuando lo único que ha pasado es que se nos ha calcinado en la sartén y cuando volvamos a probarla será como pasarnos ceniza por las papilas gustativas. Pero es cierto que sabe de otra manera. Digamos que sabe "diferente", ya que tanto nos gusta utilizar el término.

Pasamos de discriminar lo raro, lo inédito y lo "especial" a discriminar lo monótono, lo sistemático y lo "normal". Pero después de todo, seguimos empeñados en que exista un "apartheid" en el rebaño, la diferencia es que ahora tenemos la (falsa) impresión de que este "apartheid" es voluntario y no un aislamiento impuesto por los preceptos colectivos.

Hace algún tiempo hablé con una chica por una red social. No la conocía de nada, sencillamente me llamó la atención cierta información de su perfil, ya que ella se describía literalmente como "una persona completamente diferente al resto". Lo gracioso es que echando un vistazo a sus fotos, en un 75% de ellas salía poniendo morritos, y en el otro 25% posando en la clásica foto hecha con la cámara del móvil frente al espejo. Inmediatamente tuve que iniciar una conversación con esta interesantísima persona que tantos moldes sociales estaba rompiendo para mí. Intentaré reconstruir de la forma más fidedigna posible el diálogo que mantuvimos:

- Hola

- Ola

- Oye, ¿por qué pones que eres "una persona completamente diferente al resto" si tu repertorio de poses se podría amontonar en los albumes de otros 62.000 trillones de chicas de tu edad?

Les juro por Dios que formulé esta pregunta sin ningún tipo de mala fe, ávido por encontrar una respuesta que confirmara la esperanzadora descripción que esta señorita había hecho de sí misma. Para mi sorpresa, recibí una contestación bastante violenta por su parte que me obligó a cerrar inmediatamente su ventana de conversación por miedo a las represalias de una persona tan "diferente". Detallo aquí la encrespada respuesta de la muchacha:

- No t enseñaron q no ay q jusgar a las prsonas antes d cnocerlas?? dberias empesar por ai xq d sta forma la cagas, xao

Sobrecogedora anécdota, ¿no les parece? Y fue justo después de esta magistral lección de dignidad y ortografía a partes iguales cuando me decidí a meditar sobre la cuestión de la diferenciación personal. Porque muchos nos creemos propietarios de una personalidad arrolladora que en el fondo sigue naciendo de las tendencias sociales consideradas exitosas y de las influencias de algún líder de opinión cercano. Todos nos inspiramos en alguien o algo.

Con esta irrupción de redes sociales y otros medios, de repente nos hemos convertido en bipolares, histriónicos, desequilibrados, en la opinión políticamente incorrecta, en el error de la generalización, etc. Rasgos tradicionalmente negativos como la locura o la extravagancia son ahora atributos positivos que nos denotarán la exclusividad personal que tanto buscamos. El frikismo pasa actualmente a ser objeto de veneración por ser otro paradigma de los comportamientos minoritarios. Hablo de que hay una "moda de lo diferente" y una fascinación por la locura que roza lo vulgar, frivolizando enfermedades mentales serias como iconos de nuestra personalidad. Permítanme de nuevo ser agresivo y conciso: esta clase de subnormales debería pasarse la vida en el hospital psiquiátrico de Shutter Island inyectándose prozac en vena y comiendo píldoras de diazepam del tamaño de jabones, se les iba a quitar la soplapollez de su bipolaridad inventada y sus neurosis de mierda.

Pero la realidad es que la única enfermedad mental tiene que ver con nuestra obstinación por diferenciarnos. Vivimos en la era del auge de los tatuajes, que se supone que son otros distintivos de nuestra personalidad. Atrás quedó esa época donde llevar un tatuaje era visto como algo insólito y excepcional. Hoy en día lo raro es no tener uno. Hoy en día eres "listo" porque ves ciertas películas, tienes que ver tal serie y leer tal libro porque se supone que eres "culto" y esa serie o libro es llamado "de culto". Escuchas esa puta mierda porque se supone que eres hipster, tus sobacos apestan a comadreja muerta porque se supone que eres hippie, ponte alpargatas porque se supone que eres recogedor de burgados, etc.

Y podría pasarme horas redactando patrones que ejemplifiquen esta "moda de lo diferente" y para nada necesitaría ceñirme solamente a las subculturas urbanas. Existe ya una especie de sumario de lo diferente, un compendio de conductas de aculturación que nos dictan lo que tenemos que hacer para ser únicos, y van desde ser fan del humor negro hasta reírse con las mismas bromas de mierda o utilizar jergas cibernéticas que harían que el mismísimo Don Quijote de Cervantes nos apuñalara con su lanza en la córnea.

Ya está bien, hombre. YA ESTÁ BIEN. ¿Por qué este empeño fanático en querer ser distinto? ¿No nos puede seducir lo normal? Parafraseando a un profesor que tuve durante la carrera "las asimetrías son aberraciones de la naturaleza". Una persona que crece y se gusta a sí misma sin tener que esperar la aprobación de terceros será siempre la que tenga la personalidad más férrea de todas, porque estará por encima de cualquier moda y tendrá los principios más consistentes puesto que nunca necesitó cambiar sus ideales para amoldarse a algo. Todo lo demás son burdos personajes autoprocreados que desfiguran nuestro verdadero "yo" con la finalidad de agradar a unos falsos "ellos".

Por otra parte, ya somos únicos. En la naturaleza no hay dos cosas iguales de nada, ni siquiera un puñetero copo de nieve puede ser microscópicamente igual a otro. Es absurdo ponerse a buscar ese resquicio de diferenciación que nos separará de "el resto", de la misma manera que también, como seres humanos, tenemos un conjunto de similitudes psicológicas y emocionales de las que tenemos demasiadas dificultades para librarnos. Y es que la individualidad del hombre se va a la mierda cuando sus sueños, metas e ilusiones pasan por el mismo denominador común de aceptación social, éxito económico y encontrar un romance hollywoodiense que tiña de rosa nuestras vidas. Y ahí es donde, a menos que hayamos nacido en algún planeta extrasolar que el autor de esta publicación desconoce, somos todos exactamente iguales.

¿Se cree este autor diferente por ir en contra de lo diferente? ¿Es en el fondo tan superficial y anodino como la chica de las 400.000 fotos poniendo morritos? ¿El trompo de Origen paró de girar en algún momento? ¿A qué huelen las nubes?

Ya avisé en los preliminares de esta entrada que mis reflexiones sólo eran fruto de una ensimismada cavilación personal. Sería tan ególatra como los propios patrocinadores del "culto a la individualidad" el intentar convencerles de alguna de estas ideas. Por lo tanto, dejo que mis pensamientos se los lleve la espuma de alguna ola que acuda a acariciar la arenosa playa de Long Beach y que el lector saque sus propias conclusiones del tema.

Un cálido saludo.

3 comentarios:

  1. Muy bueno y muy bien razonado. Querer diferenciarse es hacer exactamente lo que hace "el resto" y por consiguiente te hace ser igual que "el resto". Desafortunadamente todo es cíclico y se reduce a modas.

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  2. ¡Joder, puta razón!

    Para mí lo más detestable de todo este asunto es aquello a lo que nos conducen con tanta aplicación para teléfonos móviles; tanta cubitera para Iphone (que no tardarán en ponerla en circulación) y tanto ventilador portátil para airearte tus santos cojones mientras vas a tu curro de mierda en un autobús donde todos se creen "diferentes" por no formar parte del rebaño, pensando: "Míralos, todos amargados porque no aspiran más". Estoy hablando del individualismo.

    ¡Pero, ojo! Nosotros también le hallanamos el camino para tal fin. Solo hay que echar un vistazo a las manifestaciones de este bendito país: ¿Quiénes se manifiestan por la educación? Profesores y alumnos. ¿Quién por la sanidad? Médicos y pacientes. ¿Quién por el empleo? La población activa. Hablo de mayorías, por suspuesto, aseverar tales datos de forma fehaciente es una temeridad.

    ¿Y qué decir de las "gorditas" que intentan aplacar sus bajones de autoestima metiéndose con las chicas delgadas/muy delgadas? Dicen que no son reales. Cada vez que leo algo así me imagino a esas chicas sin su <> cual ciborgs sentimentaloides, como aquel Robin Williams de El hombre bicentenario.

    En mi opinión el verdadero problema queda postergardo por toda esta concatenación de modas a lo largo de las décadas. Peco de <>, lo sé, pero creo que llevan años preparando esta situación residual, rompiendo los lazos entre los hombres, una crisis pensada para envilecer a la raza y disgregarla definitivamente. Horarios de trabajo asfixiantes y tecnología; combinación perfecta para convertir a toda una generación en un ejército ingente de sumisos que en otros tiempos más humanos, al contrario que en la actualidad, hubiesen estado marginados.

    Pienso que solo se podrá solucionar con conciencia de grupo y dejando de lado el <>. No hace falta más que ver lo que recomiendan los psicólogos, diciéndote que quizás olvides tus problemas si tuvieses una pareja sentimental (experiencia personal). Tras esto, ni mala praxis ni pollas en vinagre. Definitivamente no quiero integrarme en este absurdo.

    Seguiré siendo timorato, reservado y callado. Valiendo más por lo que leo que por lo que hablo. Intentaré no pisar a nadie, ni alardear de lo distinto o similar que pueda ser en comparación con otro semejante, lleve a donde lleve mi sendero. Siempre he pensado que cada cual nacemos con un objetivo en la vida, por nimio que éste sea y que debemos dedicarnos a potenciarlo de forma constructiva y no como muchos otros hacen; potenciar para despedazar la buena dicha del prójimo.

    Un saludo Rendel, me ha encantado descubrir este aspecto de tu cabeza. Prometo pasarme a menudo por tu blog.

    PD: Por curiosidad, ¿qué carrera estudias/estudiaste?

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  3. Por el amor de Dios, no esperaba que nadie escribiera en este recóndito lugar de la red! Gracias a los dos por los comentarios, temía que no quedase del todo clara la idea principal del texto pero veo que la han cogido al vuelo jajaja

    Respondiendo a la posdata de Antonio V. P, estudié empresariales entre otras cosillas. Me encantó tu aportación, y coincido contigo en que muchos problemas sociales y personales pasan por solucionarse creando esa "conciencia de grupo" (me ha encantado el término), pero claro, ya no interesa una sociedad unida y solidaria.

    Te invito a que continúes con tu carácter cauteloso y comedido. Es el mejor escudo contra los nuevos "diferentes" del siglo XXI.

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