1. m. Ave rapaz de cerca de dos metros de envergadura, con el cuello desnudo, rodeado de un collar de plumas largas, estrechas y flexibles, cuerpo leonado, remeras oscuras y una faja blanca a través de cada ala. Se alimenta de carne muerta y vive en bandadas.
2. m. Persona que se ceba en la desgracia de otro.
Sorprendentemente, esta vez no aparece la definición que buscamos en el diccionario de nuestra querida institución lingüística, por lo que yo, desde este mismo espacio personal, me voy a permitir deliberadamente crear y establecer una definición adecuada para el término sobre el que vamos a encañonar el teleobjetivo de este nuevo análisis sociocultural:
1. m. Persona carente de vergüenza que va rapiñando vinculación, ya sea afectiva o meramente sexual, entre los miembros del sexo opuesto.
Es conveniente aclarar que, pese a que todo Homo Sapiens es, en mayor o menor medida, demandante en algún momento de estas necesidades emocionales y fisiológicas, el "buitre" plantea su ciclo vital como un localizador de presas que, con su excepcional visión estereoscópica, está permanentemente alerta ante la posibilidad de hallar en las llanuras de nuestra sabana social, algún ganado descarriado de la manada o pequeños animalejos de andares inocentes sobre los que dejar caer sus afiladas garras.
Una vez constituida nítidamente la concepción de lo que representa ser un buitre, sin más dilación procederemos a clasificar las diferentes especies que pueden estar englobadas dentro de la fascinante taxonomía de las "aves rapaces necrófagas" de nuestro entorno.
- Marabú africano: una cigüeña de aspecto triste e indecoroso. Como se trata de una de las aves más estéticamente repugnantes que circulan por nuestros cielos, el marabú africano no se caracteriza precisamente por ser escrupuloso a la hora de seleccionar su alimentación. Le da igual ocho que ochenta, su desesperación por devorar cualquier detrito con vagina le hace anidar cerca de una gran variedad de presas, que van desde doncellas estrábicas con amplio sobrepeso, pasando por inocentes menores de edad y llegando hasta bellísimas féminas a las que jamás tocarán ni el pico del codo. El marabú africano no tiene nada que perder. Es más feo que los zapatos de la bolera y por ello, va a por todas sin el menor vestigio de remordimiento en su interior.
- Buitre leonado: su pico ganchudo ya nos está dando los primeros indicios de su peligrosidad. Es un ave mayormente planeadora, que se deja llevar por las corrientes térmicas ascendentes para llegar hasta sus presas. No las busca tan afanosamente como otros tipos de buitres, simplemente aprovecha las condiciones climáticas para atacar. Si está en un bar, la víctima puede ser la chica solitaria que está en la barra tranquilamente tomándose un bourbon, la despistada que va trastabillando en busca de los servicios o simplemente la Relaciones Públicas que se acerca hasta su mesa para promocionar alguna marca de ron. El ciclo de celo o periodo de disponibilidad sexual del buitre leonado va desde enero a enero.
- Caracara: peligrosísima rapaz de estrategias oportunistas y calculadas. Es necesario mencionar que, a pesar de su aspecto inofensivo, el caracara sigue siendo una astuta ave de rapiña. De hábitos diurnos y alimentación variada, la principal técnica de caza del caracara consiste en el ataque por sorpresa. Se vale de un bello plumaje para embolsarse la confianza de su presa, espera paciente su oportunidad, y cuando menos se lo espera, la ataca con incontestable fiereza hasta dejarla en un desfigurado amasijo de huesos. El caracara se hace pasar por tu amigo inocente y leal, pero de vez en cuando deja caer retazos de una subrepticia atracción por ti, ya sea mediante halagos, cumplidos o cándidos agasajos aparentemente inocuos, por si alguna vez, en algún remoto caso o por algún caótico lance del destino, tienes un momento de debilidad en que requieras su asistencia física o emocional. Y "ahí" es cuando el caracara lanza un áspero graznido a los cielos, despliega intrépidamente sus alas de reducida envergadura, y se alza sobre sus pequeñas garras, listas para destrozar los indefensos pellejos de alguna pobre criatura de los bosques. Repito, peligrosísima rapaz el caracara. Por la cara tan grande que tiene.
- Alimoche: citando textualmente la entrada de Wikipedia "este buitre suele ser uno de los últimos animales en probar las carroñas de las que se alimenta. Cuando otras especies mayores ya han acabado con casi toda la carne, el alimoche acude para engullir las pocas pieles y restos de carne que quedan enganchados entre los huesos". Para no alargarme, es ese amigo tuyo que se queda con los despojos que han dejado los demás, o incluso tú mismo. Las sobras de la cena. Los retales del vestido. Cuando los leones, hienas y buitres de mayor envergadura ya han reducido al ñu a una pulposa molleja descompuesta, el alimoche acude a la cita como si se tratase del banquete de un opulento jeque kuwaití. Probablemente uno de los buitres más arrastrados del mundo.
- Ratonero de cola roja: un cazador ventajista que limita su radio de acción al ciberespacio, entendiendo como tal las redes sociales, portales de contactos, chats, etc. Los hay de diversa categoría, desde los aguilillas de poca monta con nula creatividad para utilizar estas herramientas, hasta los que dominan las técnicas psicológicas más complejas e inteligentes con el fin de enganchar su botín y triturarlo sin piedad gracias a sus curvados picos siempre afilados cual hojas de cimitarra persa. El ratonero de cola roja forma parte de la fauna de internet, pero no por ello debemos confiarnos y creer que estamos fuera de su alcance. Podemos llegar a tener la falsa percepción de que delante de la pantalla de nuestro ordenador estaremos protegidos ante este tipo de ataques, pero en realidad el prisma del ratonero de cola roja es justo al revés: nosotros somos los ratoncitos ingenuos e indefensos que estamos a merced de su voracidad. Mediante todo tipo de estratagemas, esta ave se aprovechará del velado manto de seguridad que nos da la red para intimar, e intentará por todos los medios ganarse nuestra simpatía hasta hacernos dudar incluso de nosotros mismos. Cuidadito.
- Cóndor andino: El ave carroñera de mayor envergadura que existe. Al igual que el buitre leonado, el cóndor andino también aprovecha las corrientes aéreas para llegar hasta su objetivo. Desde los riscos más altos de los acantilados, avista a sus presas gracias a su impresionante visión binocular y va a por ellas con impetuosa e incesante agresividad. Al cóndor andino le importa todo un carajo, avista una presa y va a por ella con la mayor determinación del mundo, le importa poco que sea tu novia, tu madre o la hija del presidente. Puede rozar la fijación maniaco-obsesiva, al margen de hacer gala de una total falta de valores éticos y morales. Los únicos principios por los que se rige son el "todo vale" y "el fin justifica los medios". Contra ellos recomiendo usar cartuchos de escopeta del calibre 36 como la que usó el nieto del rey para volarse el pie.
Finalmente, creo que con estas seis especies abarcamos un amplio rango de comportamientos buitreriles con los que podremos identificar más fácilmente a las rapaces de nuestro ecosistema. Me gusta insistir en que siempre estoy receptivo a sugerencias, así como a la inclusión de nuevas variedades falconiformes no reconocidas aún por mi ojo analítico. Para mí siempre es un placer reflejar desde este humilde y recóndito espacio cibernético las actividades más abyectas de los indeseables de nuestro mundo. Espero, como siempre, que este nuevo ensayo sociológico les haya servido de alguna utilidad.
Gracias y hasta la próxima.






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