Así de claro. Hoy no voy a hacer uso de mis ironías ni de mi sarcasmo característico, simplemente me cago en los hippientos de manera abierta y cordial.
No me cago en el hippie. Me cago en el hippiento, que es otro rollo. Me cago en él por diversas razones. Para empezar, son unos falsos y unos hipócritas de mucho cuidado. Me molesta particularmente que se crean partícipes de un movimiento intelectual único y transgresor, cuando la realidad es que son otros esclavos más de la “subcultura” urbana. Y pongo esa palabra entre comillas, porque actualmente cualquier bazofia es considerada “cultura” y “arte”.
Pero qué puedes esperar de una tribu urbana que se pasa el día fumando cartujas. Entras en sus pestilentes cuartos y ves que tienen colgada “la bandera de Jamaica” (lo pongo entre comillas también, porque estos retrasados no saben que en realidad es la de Etiopía) y un póster gigante de Bob Marley. Cuando les preguntas si conocen la discografía de Bob Marley te tararean el ‘No Woman No Cry’ y ya está. No se interesan una mierda por una figura musical tan interesante, ellos sólo se quedan con la imagen de Bob Marley fumando troncos y “la bandera de Jamaica”.
Recuerdo hippientos en mi instituto que se jactaban de ser “anticapitalistas” (joder, todo lo que hacen estos papanatas tiene que ir entre comillas) y para demostrárselo al mundo, se compraban mochilas Nike y tachaban el signo con rotulador. Cuando me acercaba a estos subnormales para preguntarles el porqué de esta soplapollez, me contestaban que estaban en contra de la mano barata de las multinacionales. Los muy imbéciles no comprendían que ya habían pagado por una mochila que un niño pakistaní había elaborado con sus pequeñas manos. No comprendían que el dinero ya formaba parte de las arcas de Nike y que esta era la acción activista más ridícula de la historia.
Luego son unos engreídos que te cagas. Presumen de tener un mundo interior de la ostia, porque leen mucho y son unos sabios conocedores de los mecanismos de la vida. Con su filosofía barata me intentan convencer de que el amor mueve al mundo y los sueños se hacen realidad. Me pregunto qué clase de sueños se hacen realidad cuando te pasas todo el día tirado en el césped mirando si las nubes tienen forma de diplodocus.
Eso sí, al menos no puedo decir que sean personas superficiales. No se puede ser superficial cuando te atraen mujeres con piojos en la breva. Ahí me tengo que callar. Olé sus cojones peludos.
También les admiro porque son especialistas en hacer sentadas inútiles que nunca prosperan. El pasatiempo preferido de estos zoquetes es cambiar el mundo con una litrona en la mano. Son los culpables de que las manifestaciones estudiantiles nunca lleguen a nada, porque ninguna persona en su sano juicio va a tomar en serio a una panda de progres cannábicos que propugnan valores ridículos a ritmo de Ska-P. Yo nunca lo haría. Además, ¿por qué clase de valores pretendes luchar cuando te pones camisetas con la cara de un genocida como el Che Guevara? Se les llena la boca hablando de libertad, paz y toda esa mierda pero luego les preguntas por sus preferencias políticas y te dicen que son anarquistas, comunistas y toda una sarta de movimientos utópicos que aparte de ser radicales, no existirán en la puta vida.
Joder, y me tengo que reservar un párrafo para hablar de su “arte”. TODO es ARTE para estos tíos. Les pones una rata muerta pegada a la pared con papel celofán y al lado escribes alguna palabra reaccionaria como TIRANÍA o INDUSTRIALISMO y ya estás haciendo “arte protesta”. Intentas hacerles ver que eso es una puta mierda horrenda que no sería arte ni en una civilización gobernada por macacos, y eres tú el que no entiende nada y necesita abrir horizontes. Claro. Es lo que tiene.
Pero bueno, viajan mucho y conocen mundo. Con el dinero de papá, porque vender prendas harapientas en el mercadillo sólo da para pagarse el mantenimiento de las rastas. Luego viven de puta madre en realidad, critican a muerte el sistema pero bien que se benefician de los programas de becas del gobierno para irse de ERASMUS a la República Checa a cogerse ciegos con el dinero del Estado.
En serio. Me ponen enfermo. Algunas personas odian a los kinkis, otras a las emos, otras a los raperos, etc. En mi caso, no tolero a los hippientos. Hago verdaderos esfuerzos porque me caigan bien, pero sus aires de bohemios elitistas se introducen por mis fosas nasales, me bajan por las paredes del esófago, me revuelven el estómago, se convulsionan en mis intestinos y salen vomitados por las teclas de mi ordenador.
Hala, me he quedado a gusto.
No me cago en el hippie. Me cago en el hippiento, que es otro rollo. Me cago en él por diversas razones. Para empezar, son unos falsos y unos hipócritas de mucho cuidado. Me molesta particularmente que se crean partícipes de un movimiento intelectual único y transgresor, cuando la realidad es que son otros esclavos más de la “subcultura” urbana. Y pongo esa palabra entre comillas, porque actualmente cualquier bazofia es considerada “cultura” y “arte”.
Pero qué puedes esperar de una tribu urbana que se pasa el día fumando cartujas. Entras en sus pestilentes cuartos y ves que tienen colgada “la bandera de Jamaica” (lo pongo entre comillas también, porque estos retrasados no saben que en realidad es la de Etiopía) y un póster gigante de Bob Marley. Cuando les preguntas si conocen la discografía de Bob Marley te tararean el ‘No Woman No Cry’ y ya está. No se interesan una mierda por una figura musical tan interesante, ellos sólo se quedan con la imagen de Bob Marley fumando troncos y “la bandera de Jamaica”.
Recuerdo hippientos en mi instituto que se jactaban de ser “anticapitalistas” (joder, todo lo que hacen estos papanatas tiene que ir entre comillas) y para demostrárselo al mundo, se compraban mochilas Nike y tachaban el signo con rotulador. Cuando me acercaba a estos subnormales para preguntarles el porqué de esta soplapollez, me contestaban que estaban en contra de la mano barata de las multinacionales. Los muy imbéciles no comprendían que ya habían pagado por una mochila que un niño pakistaní había elaborado con sus pequeñas manos. No comprendían que el dinero ya formaba parte de las arcas de Nike y que esta era la acción activista más ridícula de la historia.
Luego son unos engreídos que te cagas. Presumen de tener un mundo interior de la ostia, porque leen mucho y son unos sabios conocedores de los mecanismos de la vida. Con su filosofía barata me intentan convencer de que el amor mueve al mundo y los sueños se hacen realidad. Me pregunto qué clase de sueños se hacen realidad cuando te pasas todo el día tirado en el césped mirando si las nubes tienen forma de diplodocus.
Eso sí, al menos no puedo decir que sean personas superficiales. No se puede ser superficial cuando te atraen mujeres con piojos en la breva. Ahí me tengo que callar. Olé sus cojones peludos.
También les admiro porque son especialistas en hacer sentadas inútiles que nunca prosperan. El pasatiempo preferido de estos zoquetes es cambiar el mundo con una litrona en la mano. Son los culpables de que las manifestaciones estudiantiles nunca lleguen a nada, porque ninguna persona en su sano juicio va a tomar en serio a una panda de progres cannábicos que propugnan valores ridículos a ritmo de Ska-P. Yo nunca lo haría. Además, ¿por qué clase de valores pretendes luchar cuando te pones camisetas con la cara de un genocida como el Che Guevara? Se les llena la boca hablando de libertad, paz y toda esa mierda pero luego les preguntas por sus preferencias políticas y te dicen que son anarquistas, comunistas y toda una sarta de movimientos utópicos que aparte de ser radicales, no existirán en la puta vida.
Joder, y me tengo que reservar un párrafo para hablar de su “arte”. TODO es ARTE para estos tíos. Les pones una rata muerta pegada a la pared con papel celofán y al lado escribes alguna palabra reaccionaria como TIRANÍA o INDUSTRIALISMO y ya estás haciendo “arte protesta”. Intentas hacerles ver que eso es una puta mierda horrenda que no sería arte ni en una civilización gobernada por macacos, y eres tú el que no entiende nada y necesita abrir horizontes. Claro. Es lo que tiene.
Pero bueno, viajan mucho y conocen mundo. Con el dinero de papá, porque vender prendas harapientas en el mercadillo sólo da para pagarse el mantenimiento de las rastas. Luego viven de puta madre en realidad, critican a muerte el sistema pero bien que se benefician de los programas de becas del gobierno para irse de ERASMUS a la República Checa a cogerse ciegos con el dinero del Estado.
En serio. Me ponen enfermo. Algunas personas odian a los kinkis, otras a las emos, otras a los raperos, etc. En mi caso, no tolero a los hippientos. Hago verdaderos esfuerzos porque me caigan bien, pero sus aires de bohemios elitistas se introducen por mis fosas nasales, me bajan por las paredes del esófago, me revuelven el estómago, se convulsionan en mis intestinos y salen vomitados por las teclas de mi ordenador.
Hala, me he quedado a gusto.
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