Siempre he pensado que cualquier persona, desde que empieza a construir su registro individual de datos emocionales, es capaz de discernir sin dificultad lo que está bien y lo que está mal. Los factores circunstanciales, como dónde nacemos, vivencias, amistades, etc. pueden influir más o menos en nuestra capacidad para enjuiciar las acciones, pueden asimilarse y perfeccionarse en mayor o menor grado, pero los valores morales son conceptos universales acogidos por todas las culturas partiendo de que el ser humano, al igual que el chimpancé y otros géneros de primates, es un animal de comportamientos altruistas especialmente cuando existe algún parentesco de consanguinidad.
Quizá esté hablando demasiado a la ligera sobre un tema del que se han escrito verdaderos ríos de tinta en etología y evolucionismo social, por eso me da cierto respeto profundizar y sólo quiero utilizar este párrafo como preludio antes de exponer la idea de que gran parte de esos ríos de tinta me parecen en realidad ríos de mierda que fluyen espesamente por las canaletas inmundas de alguna cloaca de Volgogrado, y que yo, personalmente, creo que hace tiempo que estamos regresando a la filosofía materialista que incentiva al ser humano a llevar a cabo acciones sin el menor contenido ético con tal de progresar y posicionarse de la mejor manera dentro de la sociedad. Esto es, el darwinismo más puro. Un pensamiento que en su día sirvió para legitimar científicamente el colonialismo británico, los regímenes totalitarios e incluso inspiró el "Mein Kampf" de Adolf Hitler, donde se justificaba la supremacía de una raza determinada como ley natural que dictaba la supervivencia de los más aptos.
Parece que todos estos postulados biológicos han ido quedando, irónicamente para Darwin, en desuso. Y desconozco cuál es ahora mismo la teoría evolutiva de moda en las publicaciones de divulgación científica, pero de lo que sí estoy convencido es de que, hoy en día seguimos viviendo en una sociedad donde inconscientemente se premia el "ser malo". Y aún teniendo conocimiento de que muchas acciones son moralmente incorrectas, las llevamos a cabo porque benefician a nuestra conciencia individual prevaleciendo sobre el bienestar colectivo y la empatía.
Por ejemplo, trasladémonos por un momento a alguna región periférica de Medellín, donde los narcotraficantes reclutan niños para cometer crímenes con impunidad legal, crímenes que pueden ir desde un simple hurto, hasta en muchos casos acabar con la vida de otra persona. Si preguntásemos a estos niños sobre la moralidad de estos actos, probablemente admitirían sin rubor que están realizando un acto socialmente execrable, pero lo justificarían argumentando la necesidad de realizarlo porque en muchos casos es la forma más sencilla a la que pueden acceder para ganar "algo de plata" y poner un plato de comida caliente sobre la mesa del comedor de sus familias. Estamos, por lo tanto, ante un acto moralmente podrido que tiene su recompensa en forma de obsequio para cubrir una necesidad básica del ser humano.
Puede parecer a priori un ejemplo exagerado y alejado de nuestro "primer mundo". Sin embargo, al margen de que en otros países sea relativamente sencillo urdir estas prácticas, y dentro de lo que cabe vivamos bajo un sistema jurídico menos corrupto que el de algunos países latinoamericanos (risotadas nerviosas provenientes de la platea), en nuestra sociedad también se recompensa de modo subrepticio las actuaciones abyectas, sobre todo dentro de las jerarquías laborales y en el posicionamiento social.
Hay una frase que Michael Corleone dice a su hermana en El Padrino III; "toda mi vida he intentado subir en la escala social. Quería llegar al lugar en el que todo sería legal y honrado, pero cuanto más alto subo, más podrido está el ambiente". Puede que estas palabras no pasen a la historia del cine para ser especialmente recordadas, pero sí quedaron grabadas a conciencia en mi magnetófono interior por la autenticidad y el realismo que atesoran. Es un buen resumen de cómo funcionan las cosas. Porque los que no tienen escrúpulos para pisar a los demás y son capaces de apartar los valores humanos para alcanzar sus objetivos son los que antes lo consiguen y los que más alto llegan.
Me gustaría escribir aquí un mensaje precioso sobre la forma correcta de hacer las cosas, lo bello de colaborar con el prójimo y las ventajas de ser una persona "de bien". Desafortunadamente, no es lo que veo porque el ser humano es un monstruo egoísta y superficial. Anteponemos nuestros intereses personales a hacer el bien, sabiendo perfectamente cuáles son las instrucciones éticas a la hora de resolver las cosas. Y no sé si está en los genes, la biología o el evolucionismo, pero me parece repulsivo.
Lo que no se puede negar es la creatividad que tenemos a la hora de utilizar mecanismos que nos impulsen a conseguir nuestras aspiraciones. Quizá en nuestra sociedad no tengamos el pulso necesario para apretar el gatillo de una pistola como los baby-narcos de Medellín o aún tengamos la suficiente conciencia histórica de la grandes barbaries del siglo pasado como para condenarlas, pero cuando se trata de utilizar herramientas como la falsedad y la prostitución de principios, ahí sí que somos profesionales de primer nivel y Führers de lo miserable.
Lamento que en un texto en el que me esfuerzo por ser semánticamente pulcro tenga que usar estos adjetivos, pero los chupaculos llegan alto. Las RATAS, y con ellas me refiero a la especie que no tiene miramientos a la hora de engañar a los demás o lengüetear anos, consiguen sus metas, porque muchas veces el talento queda subordinado a la rufianería y la falta de vergüenza moral, si esta se logra combinar con la adecuada inteligencia sibilina para manipular a los demás y aprovechar las situaciones. A mucha gente no le importa faltar a su propia integridad y quedar como despojos con tal de engancharse a sus ambiciones, y harán todo lo posible por quitar de en medio a todos aquellos que puedan suponer una amenaza para sus objetivos.
Así se van alimentando las ratas, que en un principio pueden parecer asustadizos roedores de bigotes sensibles y apariencia aseada, pero poco a poco van engordando con la confianza de las almas compasivas, construyen su madriguera en algún desvencijado recoveco de tu hogar, y acabas invadido por unas criaturas asquerosamente fértiles, terriblemente olfativas, y que te hacen caer en una calamitosa intoxicación alimentaria debido al número tan desproporcionado de heces que terminan por depositar en tu propia comida. Se han hecho con todo, mientras tú observas atónito cómo ese entrañable ser al que en un principio te aficionaste a dar galletitas de avena ha multiplicado su poder, contaminado tu vida por completo y ahora te ves obligado a contactar con algún especialista en control de plagas, o directamente, encontrar el coraje necesario para matarlas a palazos.
De esta manera, las ratas acaban incrustadas en la cúspide de la cadena trófica, y hasta un hombre de honor como Michael Corleone contempla horrorizado cómo los roedores acaban mordisqueando su caro sofá de plumas de oca con esos afilados incisivos de esmalte amarillento, es entonces cuando debe ceder con impotencia a las reglas y preceptos de un ser espiritualmente hueco, con una extraordinaria capacidad de aprendizaje por observación y que simboliza la evidencia biológica de que la sociedad vuelve a refrendar el darwinismo más violento y el concepto de "expolia lo que puedas y progresa en tu ecosistema". La consagración del superdepredador sin valores morales. La Era de la Rata.
Hasta el día en que la gente decente, las personas honorables, los conocedores de los códigos deontológicos de la conducta, y lo que es más importante, los que aplican con rectitud estos códigos sin pararse a pensar si sus intereses individuales van a salir beneficiados, cuando todos estos hombres se junten, se entallen en sus equipos de protección de riesgo biológico, carguen sus pistolas automáticas de fumigación, se decidan a trazar un verdadero plan de desinfección y envenenar los bebederos de estas alimañas para mandarlas de nuevo a las profundidades del alcantarillado social, dónde nunca debieron salir...hasta ese día, amigos...seguiremos siendo mártires de la vileza de estos roedores. Seguirán transmitiéndonos las más apestosas enfermedades y monopolizando la jerarquía social con sus principios sin principios, recompensando los actos injustos y parasitando la buena voluntad y las ganas de vivir con honradez. Posiblemente nunca lleguemos a desratizarlo todo. Pero qué gustazo puede dar coger un día a una rata bien gorda que pasee casualmente por tu tejado y aterrorizarla hasta que sus estridentes chillidos agrieten su laringe hasta la asfixia.
Hasta pronto.

Y ahora me alejo un poco de la lengua. Ya estuviste leyendo hace un par de días mi retahíla de tuits sobre las críticas literarias. ¿Quién coño se cree nadie para poner a parir un libro autopublicado, con dinero PROPIO, con una dosis impresionante de amor por el trabajo bien hecho? Si quieres leer un buen libro te vas a la librería de tu ciudad (iba a poner "barrio", pero por desgracia cada vez son menos) y entre el montón de libros que parecen tener la misma portada si echas un vistazo rápido, coges el más caro porque ésta es la época de la inmediatez, y no puedes tener tiempo ni para pararte a sopesar la compra de un libro.
ResponderEliminarY las editoriales: Es abusivo cómo se aprovechan plataformas como Bubok o Lulú a la hora de venderte un "paquete" maravilloso e ideal para vender tu libro, porque todo el que saca su primer libro tiene la falsa idea (ilusión) de que se convertirá en un best-seller, y sin exagerar, he visto a gente gastarse miles de euros en booktrailers, en webs, en promoción en definitiva, para terminar vendiendo no más de 300 ejemplares porque los lectores potenciales de esas plataformas son una cantidad ínfima. Y mientras, Bubok y Lulú, lucrándose, lucrándose de la desinformación del escritor medio-bajo, de las pocas oportunidades que ofrece un sector y un mercado en perpetuo declive; aprovechándose de la desesperación esperanzada. De gente sin recursos, que pone su empeño y sus ganas y su talento, y todo lo que tiene en una época tan compleja. Y digo, ¿Por qué? Y nadie dice nada, porque, en fin, "esas cosas pasan", ¿no?
Estoy de acuerdo en cada línea que has escrito, Rendel, y también te digo otra cosa, y en esto sí que espero no equivocarme. Continuando con tu metáfora de las ratas: El ciudadano medio va a pertadear el barco. Pero cuando eso ocurra, las ratas por una vez, no van a poder abandonarlo.
Te dejo el nombre de un libro que quizás te pueda interesar, se llama "Cerdos y gallinas" (Carlos Quílez), una novela policíaca sobre corrupción policial y periodística. Advierte el autor: "A pesar de las coincidencias con la realidad, esta novela es una obra de ficción." Y créeme, merece ese comentario previo.
Un saludo. Y si puedes dejar el link de tu blog en tu biografía de Twitter, me harías un favor, hace un par de semanas precisamente anduve buscándolo.
Y ahora, como estudio filología hispánica, te cuento de lo que sé, porque lo de antes eran simples hipótesis más o menos acertadas:
ResponderEliminar"Desafortunadamente, no es lo que veo porque el ser humano es un monstruo egoísta y superficial. Anteponemos nuestros intereses personales a hacer el bien, sabiendo perfectamente cuáles son las instrucciones éticas a la hora de resolver las cosas. Y no sé si está en los genes, la biología o el evolucionismo, pero me parece repulsivo."
No puedo estar más de acuerdo. Nosotros, por ejemplo, estamos colaborando para que una lengua tonal, mixteca, de México, (aprovechando tu ejemplo sudamericano también de Medellín) no desaparezca. Se llama tu´un savi. ¿Y sabes por qué se encuentra en peligro de extinción? Porque las fuerzas capitalistas siguen practicando hoy día imperialismo pero de una forma más invisible. Llegan allí, y dicen, cual evangelizadores durante el genocidio sudamericano protagonizado por Pizarro y Cortés: "Oh, pobres indígenas, que aprendan inglés, español, o chino mandarín, pues sin alguna de esas lenguas no están en el siglo XXI." Y crean una conciencia autodestructiva hacia su propia lengua. Empiezan a verla como algo sin valor, incluso indecente. Y puedes pensar, ¿a quién le importa eso? ¿Que hablen inglés o árabe, lo que sea? Hay múltiples estudios que demuestran que el desarrollo cultural de un país viene íntimamente ligado al plurilingüismo de ese territorio. Por ejemplo, en el Reino de Arabia Saudita, apenas existe una lengua. ¿Y cómo está ese país? Saca tus propias conclusiones.
Te dejo declaraciones del vicedirector de la RAE, Gregorio Salvador: "Esas pobres gentes tuvieron que padecer, históricamente, a conquistadores, encomenderos, exploradores y colonos. Y, por si no hubieran tenido bastante, hay quien pretende mantenerlas, desvalidas, en su exigua prisión lingüística, ajenas e ignorantes del mundo que con nosotros habitan". Te invito, de nuevo, a que vuelvas a sacar tus propias conclusiones. Para mí, esto es fascismo, colonialismo e imperialismo del rancio.
No puedo estar más de acuerdo. No puedo sentirlo más. Realmente estoy escribiendo esto movido por una frustración momentanea por algo que me acaba de ocurrir (relacionado con tu texto), espero escribir con coherencia y orden.
ResponderEliminarPor suerte (y por desgracia), tengo amigos, aunque más bien son conocidos íntimos, afiliados a juventudes de partidos políticos de varios colores: desde cachorros de JCA a cachorros de FE de las JONS, pasando por sindicatos de estudiantes y JSE.
Y afirmo algo con rontudidad: En su mecanismo interno no difieren absolutamente nada. Ambas están fundamentadas en la ley de la selva, no van a dudar en pisotear al vecino para ascender. Es más, se le enseña a eso desde arriba, no con teoría, pero sí con práctica.
Es obvio que se fomenta la mala ética. Y creo saber situar el origen. La invasión constante y violenta de la cultura americana (y cuando digo americana, me refiero a EEUU): Pienso que el sistema educativo español es un mal reflejo del americano. En lugar de tomar lo bueno (tienen un sistema altamente diversificado; hasta llegar a los 18 se imparten materias de todo tipo: desde lengua a dibujo técnico, arte, matemáticas, física, biología... Mientras, aquí, insistimos en especializar antes al alumnado, desde primero de ESO ya tienes que ir pensando en Ciencias o Letras, dejando, por tanto, una parte de tu cerebro sin funcionar demasiado pronto), hemos tomado lo malo (yo los llamo "institutos-guardería": "tienen que venir tus papaitos a firmar para salir una hora antes de clase", "¿No tienes 18 años? No puedes salir en el recreo a comprar el desayuno, lo siento"... y así hasta la universidad, que empiezan a proliferar los profesores que por no asistir a clase con regularidad, te obligan a jugar en tu examen sobre 8 puntos en lugar de los 10 habituales). Personalmente, siempre pensaré que si tratas a un niño como un gilipollas, acabará saliendo gilipollas. Y creo que en la industria del cine americana (esa que te vende que los chicos malos tienen corazón), está uno de los principales focos de falta ética de hoy.
Estoy muy contento de que haya personas con ideas y preocupaciones como las tuyas. Más contento aún de que dediquen un poco de su tiempo a leer mis cavilaciones personales y las compartan. En cierto sentido, me libera porque aunque pensamientos como el que describo en esta entrada me angustian, veo que no tengo que padecerlos en soledad. Veo que todavía existe gente con una conciencia social lúcida y bien cimentada.
ResponderEliminarYo también estoy absolutamente de acuerdo con todo lo que has escrito. Es más, algunas frases las he mencionado verbalmente en múltiples ocasiones, como la de "siempre pensaré que si tratas a un niño como un gilipollas, acabará siendo gilipollas". Y ya ni hablar del cáncer metastásico de las nuevas generaciones de los partidos, heredando los mismos vicios de sus homónimos mayores pero con el agregado de ridiculez que supone pertenecer voluntariamente a un programa de lavados de cerebros.
Interesante también tu aportación sobre el "colonialismo invisible", aunque me pareció apreciar contradicción entre el hecho de que si culturalmente está menos desarrollado un país monolingüista, ¿no es beneficioso para una etnia se le enseñe un segundo o tercer idioma? Supongo que dependerá de con qué intenciones...¿aprender inglés para comprender los slogans de las multinacionales capitalistas o para leer Hamlet?
En cuanto al mundillo de las editoriales, no conozco demasiado el percal pero lo que comentas es lamentable. No dejan de ser empresas que a final del ejercicio deben presentar unos resultados económicos favorables sin más. Sólo entienden de números, no del esfuerzo que has puesto para escribir la obra de tu vida, y menos aún de los recursos financieros que tengas para financiar tu ilusión de verla publicada.
Anoche estuve buscando el libro que me recomiendas, lo encontré por 5€ en versión Kindle. Sinopsis prometedora.
PD: Agradezco mucho tu interés por el blog, pero preferiría que lo añadieras a la carpeta de Favoritos, pues algunos de los pensamientos que vierto por aquí son bastante personales y no me termina de convencer el hecho de que cualquier persona pueda pasarse a husmear en el interior de mi cabeza. Mi intención es poner el link exclusivamente en el momento en que publique una entrada. Aún así, releyendo ahora este texto, me he dado cuenta de que me ha quedado un cierto regusto reaccionario desintencionado, sobre todo en los últimos párrafos, y personalmente me gusta, así que se me ocurre que podrías compartirlo con tus amigos, familiares, allegados, etc. como advertencia poética de "PELIGRO, RATAS". Y un cartel de BIOHAZARD de fondo.
Gracias de nuevo por leerme.
Esa es la cuestión del imperialismo lingüístico. Se les enseña otra lengua con el objetivo de integrarlos en el mundo, está claro, pero ¿para qué se les integra? ¿No es posible llegar a un plurilingüismo sin dejar en inferioridad a su lengua materna? Si te interesa el tema, te dejo un vídeo muy interesante sobre la minoría Lahu en China; las niñas son llevadas a la "civilización" y se les prohibe hablar en su lengua https://docs.google.com/file/d/0B1RWcR_h8l27OUVQRVIyNk9GenM/edit?pli=1
ResponderEliminarY volviendo al tema de tu entrada: Olvidé mencionar que hay algunas partes realmente literarias ("mordisqueando su caro sofá de plumas de oca con esos afilados incisivos de esmalte amarillento"). Ignoro si te has planteado escribir algo de ficción o ya lo has hecho, pero viendo descripciones de ese tipo, te animo a planteártelo.
¡Un saludo!