5 abr 2011

2012, esa grandísima mierda de película

NO VEAN NUNCA ESA PEDAZO DE CARROÑA DE PELÍCULA LLAMADA 2012.

La verdad es que alquilé la película con la esperanza de ver la Estatua de la Libertad partiéndose en 28393 cachos y cosas así. Simplemente me apetecía ver el mundo explotando y esas locuras. Pues bien, los primeros minutos de film no podían ser más nefastos: tengo que poner la película en versión original porque el doblaje al castellano está realizado por un clan gitano de algún bloque de Vallecas. Una vez subsano este contratiempo, encuentro que quieren meterle un trasfondo científico más o menos creíble a todo esto del Apocalipsis y se dedican a hablar de campos electromagnéticos, wolframios y ondas binaurales. Y todo para darnos a entender que efectivamente, el planeta se va a tomar por saco.

Poco después nos presentan al protagonista de la película, supuestamente un escritor fracasado interpretado por John Cusack (yo ya no sé cuantas veces ha hecho este tío de escritor fracasado) . Aún no alcanzo a comprender qué tiene exactamente de escritor fracasado, ya que trabaja cuando le sale de los cojones, conduce una limusina del tamaño de un diplodocus y su ex (una de las mujeres más crueles que he visto nunca, ya luego verán por qué) está como un queso parmesano. Luego nos van presentando a los distintos personajes, cada cual más típico que el anterior como el actual marido calzonazos de su ex mujer y por supuesto, el presidente de los Estados Unidos de América, un hombre con unos valores morales encomiables y un intenso amor hacia su bandera que, para mi sorpresa, no sobrevive heroicamente a la catástrofe y acaba siendo aplastado por un buque japonés de 800.000 toneladas, momento en el cual me descojoné como un descocido.

Pues bien, en breve vemos algunas escenas apocalípticas más o menos impactantes como California quedando reducida a un cenicero después de que un terremoto de 394 grados Richter abra el suelo y muera toda la población menos el protagonista, sus hijos, su ex y el calzonazos del marido, que logran escapar conduciendo el diplodocus en medio de esta terrible oleada de destrucción.

Bueno, total que el mundo se vuelve loquísimo y hay unos maremotos de la ostia y la Capilla Sixtina del Vaticano se parte en 8383 pedazos. Aquí el director quería mostrarnos que la naturaleza no hace distinciones religiosas a la hora de romperlo todo, nuestro amigo Roland trata de hacernos reflexionar un poco con esta mierda de metáfora. A partir de entonces la película es cuando se vuelve verdaderamente aburrida, ya que no hay más destrucciones importantes.

Es entonces cuando los protagonistas llegan a una especie de arca de Noé (con animales y todo) que los gobiernos internacionales tenían preparada con el fin de asegurar la continuidad de la raza humana. Aquí el marido de la ex mujer de John Cusack muere aplastado por una especie de máquina hidráulica gigantesca pero ella ni se inmuta. Y a esto me refería con que era una mujer cruel: no sólo le suda el higo que su marido se haya convertido en papilla de Maizena, sino que aprovecha para comerle la boca a John Cusack y confesarle que aún le quiere. Recuerda, si alguna vez tienes que declararle tu amor a alguien, hazlo cuando se acerque un tsunami de 45.000 metros, ya que así no tienes nada que perder. Este momento se embellece sobre todo si los pedazos de tu actual esposo muerto están flotando a tu alrededor.

Pues nada, después de una serie de acontecimientos puramente anecdóticos como que al final meten a media población humana en las arcas y que el Polo Sur queda flotando sobre Wisconsin (reconozco que ahí me reí) uno de los geólogos a bordo del arca llega con una sonrisa en la boca y dice que “la ecualización de los lechos marinos no ha sido tan extrema como preveíamos”. Pues menos mal, hombre. A la gente le caen placas tectónicas en el pecho y al final nada era tan extremo como se creía. Jeje.

Después de escuchar este nuevo despropósito argumental, los tíos abren el arca y hace un sol del carajo y todo es maravilloso como un jodido cuento de los hermanos Grimm mientras suena la banda sonora orquestada que nos dice que el ser humano es capaz de enfrentarse a cualquier catástrofe por muy devastadora que sea si permanece unido y cree en sí mismo.

En fin, que no vean esta mierda de película porque querrán de verdad que el mundo se desplome a pedazos cuando vean lo que han hecho con un presupuesto de 200 millones de dólares.

Conclusiones:

1) Roland Emmerich, deberías llamarte Rolo Emmerich, por la cantidad de mierdas desastrosas que diriges.
2) Yo también quiero ser un escritor fracasado.
3) La ecualización de los lechos marinos no ha sido tan extrema como preveíamos.

Un saludo.

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